Ella me llama y me cuenta que se acordó de un
cuento.
Al parecer lo leyó hace meses, pero justo hoy, de
regreso del trabajo se acordó de pronto y se dio cuenta que era un relato
magnífico.
Siempre le pasa así, según me cuenta. Sobre todo
con los realmente buenos.
Una vez por ejemplo se acordó de historias
secundarias de Luz de Agosto y se
demoró meses en recordar de qué libro se trataba.
La historia
hace click tarde, me dice.
Un click profundo
eso sí, me explica, trascendente.
Entonces ella se pone a hablar de un cuento donde
hay varias historias cruzadas, aunque lo principal, según me cuenta, es la
historia de dos hermanos abandonados por su madre. Dos niños que se habrían
criado a solas, leyendo una gran enciclopedia… una chica y un hermano autista…
Al parecer ella se hace famosa jugando Jeopardy… además es lesbiana y tiene una
pareja que, según recuerda, es parte del programa. Por otro lado, el relato
enfoca todo el mundo del espectáculo… la necesidad de rating por un lado… la
necesidad de amor por otro… la ineficacia del saber…
Todo esto me lo dice de forma apresurada, por
cierto, pidiéndome que le ayude a recordar de qué texto se trataba.
Ahora bien, mientras ella me hablaba, supongo que
me pasó algo parecido a lo que, según me cuenta, le sucede… Y es que solo en
ese instante recordé esa historia… que aparece por cierto en un relato de
Foster Wallace… el primero que sale en La
niña del pelo raro. Y sí, mientras ella me hablaba, me di cuenta que ese
cuento también había quedado en mí… con un peso importante, me refiero… aunque
solo vine a recordarlo cuando ella lo mencionó.
¿Estás seguro
que es de Foster Wallace?, me pregunta.
Yo le digo que sí, que estoy seguro.
Aunque claro... yo lo hubiese descrito de otra forma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario