“La unidad aristotélica de la narración,
según Wingarden,
fue el segundo error principal
que podemos encontrar en sus escritos”
I. L.
Hace años viví un tiempo con una chica que escuchaba ruidos extraños mientras
dormía.
Se despertaba de golpe diciendo haber escuchado algo y entonces yo
debía ir a ver.
Nunca había nada, por supuesto, pero yo debía ir igualmente o todo podía
volverse una discusión y empeorar el asunto.
Hay alguien en la cocina, decía.
Escuché que alguien abría la puerta, comentaba.
Parece que quieren abrir la ventana del living, insistía.
Lo decía con cierto miedo y hasta daba recomendaciones para que me
cuidara, cuando notaba que no me lo tomaba muy en serio.
Ya al día siguiente intentaba conversar sobre el tema, pero ella
parecía no darle importancia al asunto.
Anoche me hiciste a ver si robaban el auto… le explicaba. Y
no sé si recuerdas, pero no tenemos auto.
Entonces habrá sido un ruido en otro lado, contestaba, lo
importante es que fuiste a ver.
Por otro lado, intentaba siempre explicarle que, incluso si encontrase
a alguien, no sabría bien qué hacer.
Además, pensaba, no teníamos mucho que pudieran robarnos en la casa.
El asunto
siguió, sin embargo, y hasta empeoró un poco, pues recuerdo que hubo noches que
me hizo levantarme hasta tres veces.
Varias de esas
veces, me encontraba despierto, leyendo algo, y me iba sin decir nada hasta la
cocina y aprovechaba de prepararme algo.
Intenté
adaptarme, digamos, a la situación.
De hecho, nos
distanciamos por otras razones, desligadas de ese tema.
Faltó un final
adecuado, lo admito, para la otra situación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario