"Dame al menos dos pistas, me dijo,
pero no me dijo para qué"
O. W
.
K. se confiesa. No sabemos por qué. Lo vemos entrar a la iglesia. Casi
como un turista, observando todo. Mientras observa, avanza por un pasillo
lateral y se sienta en un banco. Cerca suyo está el confesionario. Casi siempre
está vacío, pero ahora tiene un sacerdote dentro. Podemos verlo a través de
unas pequeñas aberturas. Tras el confesonario hay un vitral al que no le llega
la luz. Representa una escena que no distingo, aunque puede apreciarse una
paloma en lo alto. Tal vez sea una imagen del bautismo, pero no es seguro. Tampoco
sabemos, por cierto, para qué sirve un vitral al que no le llega luz. Mientras
observamos esto K. se acerca al confesionario. Como pensando en otra cosa K. se
acerca, mirando hacia otro lado. Entonces apreciamos que algo le dice al
sacerdote. Sin mirarlo, pero algo le comenta. Recién entonces K. se sienta en
el confesionario y comienza a hablar, con una expresión extraña. No sabemos por
qué, pero da la impresión de estar confesando un pecado que todavía no comete…
algo que tal vez está planificando realizar y ha venido aquí, más bien, a pedir
un presupuesto. Es una impresión, por supuesto, pero digamos que es una
impresión masiva. Una impresión común, incluso, si se quiere. Eso comentamos,
al menos, mientras dura su visita. Luego lo vemos ponerse en pie y comenzar a
alejarse del lugar, sin apuro. Aparentemente despreocupado. Podría estar
silbando, con las manos en los bolsillos, y su expresión seria exactamente la
misma. Así, mientras lo vemos salir de la iglesia, concluimos transformando la
visita en una pequeña y peligrosa adivinanza:
Dentro del confesionario un cura.
Dentro de la sotana un cura.
Dentro del confesionario, ahora,
un hombre con sotana.
Dime lector extraordinario,
¿por qué ha venido K. con premura
a confesarse esta mañana?
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