Sísifo no subiría la piedra si no hubiese alguien que lo viera.
De eso estoy seguro.
No digo que lo haga para otros, pero sin duda él sabe que de cierta
forma su acción –y su vida, entonces-, es espectáculo.
Limpia la piedra, por ejemplo.
Hunde la guata mientras la empuja.
Incluso arranca vegetación y maleza de la montaña, para poder ser visto
a la distancia.
Así, si no ve a nadie observándolo, hasta inventa que hay alguien que
lo ve todo.
Y entonces actúa para él.
De hecho, hablando con Sísifo, me contó que ha establecido horarios.
Tres funciones diarias, digamos, incluso los domingos.
No cobra entradas, pero secretamente espera un premio.
Una estatuilla, digamos.
Mejor actor, mejor guion original… o al menos alguna de esos premios
técnicos.
Si hasta tiene un discurso escrito en el bolsillo derecho y una lista,
algo escasa en todo caso, para los infaltables agradecimientos.
De hecho, pensando en el asunto, puede que incluso yo me encuentre en
esa lista.
Y es que ayudé por meses a Sísifo a una serie de labores que no podía
realizar cómodamente.
Así, por ejemplo, lo ayudé con la iluminación del lugar.
También con el diseño del vestuario.
Y claro, también está lo que me tomó más tiempo: buscar un doble de
riesgo.
Y es que si bien Sísifo no se niega a empujar la piedra esa, lo cierto
es que está viejo.
Por esto, cualquier accidente que involucre daño en sus articulaciones
y/o huesos, podría causar el retiro final.
De eso se trata, simplemente.
No es cuestión de fuerza, sino de años.
Y de que alguien lo vea, aunque sea a lo lejos.
De eso se trata, entonces.
Estoy seguro.
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