Estábamos bebiendo algo cuando él pareció despertarse y se lanzó a
hablar.
-Creer está de más –me dijo-. O sea, no creer en sí… la acción, digamos,
si no la palabra creer…
-¿De qué hablas? –pregunté.
-Ya sabes… -continuó-. Hablo de la palabra creer… No tiene un
significado exacto…
-Eso escucho, pero no te entiendo.
-Pues ya sabes… ¿crees tú acaso en el aire?
-¿Cómo?
-Te pregunto si crees en aire… ¿Se puede creer en el aire?
-Eh… pues no sé…
-Pero contesta… ¿crees que aquí hay aire…?
-Eh… sí, claro…
-Entonces… ¿crees en el aire?
-Supongo que sí… No sé…
-Pues no supones… lo que pasa es que en realidad no crees en el aire… o
sea, no es necesario creer en el aire, porque ya lo sabes…
-¿Ya sé qué?
-Ya sabes el aire.
-¿Se puede decir así?
-Sí, claro que se puede… pero el punto aquí es que como ya lo sabes no
es necesario decir que crees en el aire… ¿entiendes ahora?
-No sé…
-Vamos, explícame si puedes qué es creer en el aire.
-¿Creer en el aire?
-Sí… ¿qué significaría creer en el aire?
-Eh…
-¿Ves que no se puede…? Tú al aire lo sabes, no se trata si crees en él
o no lo haces…
-…
-A lo que voy es que creer, como palabra, no existe con el significado que
se le asigna… creer incluye siempre dudar… y una voluntad sobre eso, por
supuesto… si no sería cómo con el aire…
-Creo que entiendo.
-Lo ves… ahí lo usaste… creer no significa creer, es más bien querer
creer… o sea, es dudar y tener la voluntad de afirmar la presencia de algo por
sobre el no saber…
-…
-Me refiero a que cuando realmente crees que entiendes no dices “creo
que entiendo”… lo que dices es “entiendo”, simplemente… a secas.
-Ya…
Luego dejamos de hablar y seguimos bebiendo.
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