En otra época aquel hombre habría trabajado en un
circo.
En uno de esos de fenómenos, claro.
Al lado de la mujer barbuda y el hombre fuerte, tal
vez.
Aunque sería un fenómeno mucho más sutil, en todo
caso.
Y es que el hombre del que hablo tenía algo
notoriamente extraño, pero difícil de determinar.
De hecho, yo lo miré largo rato sin poder llegar a identificarlo.
Tal vez sus proporciones, su tamaño…
O quizá era cuestión de perspectiva.
Lo cierto es que estuve dudando hasta que una mujer
se paró a mi lado y aclaró la situación.
Es el punto
de fuga, me dijo.
Ese hombre es
un punto de fuga.
Yo miré al hombre y comprendí que esa era la
descripción exacta.
Definitivamente era el punto de fuga.
Pasaron un par de minutos.
La mujer volvió a hablar.
Pareciera que
se está yendo, ¿no cree?
Yo asentí.
Y es que era cierto: el hombre en cuestión parecía
justamente lo último del paisaje… el punto por donde se vaciaba el resto…
¿Usted lo
conoce?, le pregunté entonces a la mujer.
Trabajamos
juntos, dijo ella.
Y claro, fue recién en ese instante que la miré y
traté de fijarme si tenía barba.
Estaba algo mareado, y mis pensamientos no se
ordenaban con facilidad.
¿Se afeitó en
la mañana?, le pregunté.
¿De qué
habla?, replicó ella, algo molesta.
Yo seguía confundido.
Finalmente, solo atiné a disculparme y a retirarme
del lugar.
Tampoco
estaba el hombre fuerte, pensaba, mientras me alejaba.
Debo haber caminado un par de horas.
No recuerdo cómo llegué a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario