miércoles, 21 de mayo de 2025

Te confundes.


De pequeño te confundes.

De grande también, por supuesto, pero de pequeño te confundes más.

La diferencia en todo caso es que de pequeño no sabes, aún, que te confundes.

Y todo para ti, es igual a una verdad.

Las palabras de tus padres, por ejemplo.

Aunque te molestes y las rebatas, crees en ellas.

Todo lo que te rodea, repito, te resulta verdadero.

Una vez, por ejemplo, planté semillas en el hielo.

De pequeño, me refiero.

Y esperé.

Otra vez, quise hacerme daño, para crecer.

Y hasta quise, una vez, ser sacerdote.

¡Bien podría hacer listas…!

Si hasta pensé por años que era más pequeño, el sol.

Mucho más pequeño, quiero decir.

Y que la vida, también era otra cosa.

Pero claro… pasa el tiempo.

Y las supuestas verdades se transforman en heridas.

Luego, si hay suerte, cicatrizan.

Así y todo, me pregunto en ocasiones:

¿Quién consuela al ojo que vio sin comprender?

¿Quién se apiada de él por ser testigo de algo que no supo?

Y es que es cierto: de pequeño te confundes.

Y luego, tristemente, ya parece que es tarde.

Y no sabes entonces qué hacer con la verdad, cuando llega.

Una luz que apenas la ves, se apaga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales