lunes, 12 de mayo de 2025

Dónde empezar.


No sé por dónde empezar.

Pero empiezo.

Una y otra vez empiezo.

Desde el lugar en que me encuentro, lo hago.

Probablemente tarde, pero lo hago.

Y es que antes le doy vueltas, por supuesto.

Y me demoro.

La excusa más común es que algo se me escapa.

También me angustio, por cierto, como todos.

De igual forma, si me preguntan, termino por decir que me confundo.

Eso hago, al menos, cuando logro resumir.

Y ocultar lo necesario.

Sea como sea, la excusa es cierta.

Incompleta, tal vez, pero cierta.

Por ejemplo, me confundo buscando un lugar especial para partir.

Y luego, claro está, ocurre que nunca ese lugar es aquel en que me encuentro.

Siempre pasa así.

Nada tiene de especial el lugar en que me encuentro.

Eso me digo, al menos, y se me olvida entonces que siempre estoy en el lugar en que me encuentro.

Eso aturde, por cierto, y molesta.

Daña, incluso.

No llegar a nuevas conclusiones, me refiero.

Y no llegar sin tener cigarros que encender, es siempre algo difícil.

Es demasiado honesto como para ser fácil.

Es como estar sobrio para ver directamente el mundo.

Y fingir entonces que sabemos, sin saber.

Y claro, es por eso finalmente que se hace difícil comenzar.

Cada vez, me refiero.

Sin respuestas a los qués ni para qués.

Pero comenzar.

Generalmente solo y cada vez más viejo.

Y otra vez el primer paso.

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