domingo, 18 de mayo de 2025

No fueron mías mis mentiras.


No fueron mías mis mentiras, nos dijo. Se los prometo. Lo que ocurre es que alguien habló por mí. Sí, es cierto… Alguien tomó mi voz sin mi permiso. Yo me resistí, pero luego ya no pude. Lo intenté, pero no pude. No me culpen. Además, nadie vino en mi ayuda. Grité incluso, pero no escucharon. O no estaban cerca, no sé. Así es cómo ocurrió. No lo pongan en duda. Me atacó un ladrón de verdades. O sea, no se llevó nada, en concreto, pero evitó que fuesen dichas. Y claro, lo que oyeron fueron las mentiras de ese otro. Vuelvo a prometérselos. Y es que poco después de haberlas dicho, ese alguien se alejó. Ni siquiera sé muy bien por qué. Podría inventar algo, pero lo cierto es que no sé. Tal vez se cansó de forcejear, o de no sentirse bien recibido. Sea como sea, lo importante es que se fue. Que liberó mi voz y hoy puedo ya explicarles. O sea, no sé bien cómo se fue, pero podría explicarlo, de saberlo. De igual forma, lo importante aquí no solo es excusarme, sino advertirles, más bien. No fueron mías mis mentiras, repitió. Mis intenciones siempre fueron limpias.

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