“Hay tres puertas. Todas azules y con números dorados.
Era a finales de los ochenta. Yo pedí la dos porque me pareció ver una luz bajo
la puerta. El público aplaudía y gritaba cosas. Creo que la mayoría gritaba
para que yo abriese la uno. Insistí con la dos de todas formas. El animador
entonces abrió la uno, para ver qué había perdido. Tras ella, había un par de electrodomésticos.
No era un mal premio, si pensamos en la época. Entonces el animador volvió a
insistir por un cambio. Ahora el público gritaba para que abriera la tres. Yo
no cambié mi decisión. Para crear más suspenso abrieron primero la número tres.
Tras ella se encontraba un perro San Bernardo ya adulto y con comida para cinco
años. Era un premio extraño. El animador se acercó al perro e hizo el loco
durante un rato. Yo no me distraje. Vi sombras bajo la puerta dos. Vi que se
apagaba la luz y hasta me pareció oír ruido. Entonces el animador hizo una última
oferta. Podía cambiar la puerta dos por lo que tenía en un sobre, en su
chaqueta. La abrió un poco, para que viera, y me pareció distinguir dos sobres,
en ella. El público volvió a insistir para que cambiase mi decisión. No quise hacerlo.
Entonces, el animador se dio por vencido y se decidió a abrir la puerta dos. Hubo
redoble de tambores y luego una música que resaltaba la decepción. Tras la
puerta había una caja con manzanas podridas. El animador las tomaba y se las
mostraba al público. Tal vez encuentre en
ellas un gusano de oro, me dijo. El público rio. Entonces me ofreció una pequeña
suma de dinero como premio de consuelo. Dio por hecho que yo la aceptaría, pero
le dije que no. Él se puso serio. Luego pasaron a otra sección. A mí, en tanto,
me mandaron en taxi, con la caja de manzanas. Ya en casa, con las manzanas, descubrí
que entre ellas había como tres o cuatro en buen estado. Guardé, de todas
formas, el resto. Después de todo Schiller, según recuerdo, confesó que olía
una manzana podrida, ante la página en blanco, como fuente de inspiración.
Nunca más participé en un concurso televisivo. Ese es mi testimonio.”
M. A. B., como parte de libro testimonial,
Retratos
de una época.
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