Él:
Ella se acercó y me dijo que quería hablar. Lo típico.
Igual que siempre, ya sabes. Todo en silencio y entonces colocó ese tono
serio, miserable. Era como si se hubiese muerto alguien o si se fuese a acabar
el mundo. Creo que le dije esa frase. El punto es que ella se enojó más. Me
acusó de mil cosas y empezó a gritar. Con garabatos incluso, y eso que ella
nunca los usa. Yo creo que los vecinos escucharon. Preferí callar para que se
calmara, pero ella seguía igual. Incluso arrojó unas cosas. Algunas se quebraron... Supongo que fue
entonces que los deben haber llamado. No era para tanto, ya ven. Me refiero a
que nadie golpeó a nadie y solo se rompieron cosas chicas, sin valor. No se
acabó el mundo ni nada de eso y además esto ya venía mal. Yo lo tomo como un
fin ruidoso, nada más. Tal vez sea mejor así, para que no queden ganas de
volver ni nada de eso... No creo que se me olvide ningún detalle…
Ella:
El problema es que él no toma nada en serio. Estaba
borracho, además. El departamento entero tenía olor a trago, ustedes deben
haberse dado cuenta. Le pedí que habláramos, de buena forma. Él ni siquiera se movía.
Yo creo que quería hacerme reaccionar así. Me decía: ¿de qué quieres hablar? ¿acaso el mundo se va acabar? Yo intentaba
explicarle, pero él seguía con lo mismo: ¿acaso
el mundo se va a acabar?, decía. Lo debe haber dicho unas quince veces, por
lo menos. Yo aguanté harto, pero él seguía con lo mismo. Entonces no pude más y
me explotaron los nervios. Son meses aguantando lo mismo, no es que yo sea así… Y es que sentía como si de verdad quisiese que se acabara el mundo. Entonces le dije que
sí, que el mundo se acababa y hasta debo haber botado algunas cosas… No es que
quisiera agredirlo a él en particular, yo quería mostrarle que el mundo se
venía abajo, nada más… ¡Claro que se acaba el mundo…!, le gritaba… ¿y saben...? yo creo
que él se lo creyó… O sea, de verdad lo vi asustado… Como si detrás mío hubiesen
habido unos ángeles tocando trompetas o algo… Además fue justo entonces que
ustedes golpearon y lograron entrar… Él tenía los ojos llorosos… Yo creo que
hasta estaba comprendiendo… De verdad me apena la situación… o sea, me da
vergüenza… Qué pena hacerlos venir por esto... No, no creo que se me olvide nada...
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