lunes, 10 de febrero de 2025

Si no te mueve no es viento.

Si no te mueve no es viento, me dijo. Incluso si te mueve y no te bota, no lo es. A veces te confundes, es cierto, pero no es tu culpa. Me refiero a que no es viento, aunque creas que lo es. Tampoco lo es porque lo digan otros, por cierto. Ni aunque confundas lo que es, realmente, lo que debemos entender por movimiento. Lo que debemos comprender. ¿No se entiende? Lo que quiero decir es que todo lo demás es ruido. O si quieres simplificarlo (todavía más) piénsalo así: lo que no es viento verdadero es ruido. Y casi todo es ruido. Estancamiento ligero. Aliento fingido. Es triste, tal vez, pero es cierto. Si no te mueve no es viento. O si te mueve y no te bota, no lo es. Disculpa que lo repita, pero sé que es difícil comenzar a entender qué es necesario. Duele un poquito, incluso. Renunciar a los signos ya establecidos, me refiero. Y anular o transformar, entonces, todo aquello ya aprendido. Es extraño verlo así, pero quizá sea el viento justamente (el viento verdadero) aquello que te lleva a comprender lo que ese mismo viento es. No te confundas y comprende. No te muevas por menos.

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