Probablemente no lo sepas.
Pero te han visto debajo de la higuera.
Lo sé yo aunque tú lo ignores.
De eso puedo dar fe.
Y sé también, por cierto, que eso es bueno.
Más allá de la inquietud que pueda causarte.
Saben también tu nombre.
No lo pronuncian de la forma habitual, pero ese es.
Lo conocen de esa forma, me refiero.
Una vez incluso te vi voltear cuando lo escuchaste.
Nada especial viste, es cierto, pero te volteaste.
A veces es más conveniente de esa forma.
Te han visto debajo de la higuera.
Y a todos probablemente, nos han visto.
Cuando nos enteramos probablemente nos suene a amenaza, pero no es así.
O no es, al menos, una amenaza que busque amedrentarnos.
Nos afecta, claro, porque alguien nos dice que nos ha visto.
Y es muy probable que nosotros mismos, incluso, hayamos pregerido no vernos.
No te acuso, digo simplemente que es más fácil así, si lo piensas.
Y además lo digo por mí, en primer término.
Obviar un poco lo que hacemos a la sombra de la higuera, quiero decir.
No porque ese algo sea malo o bueno, intrínsicamente, sino más bien porque lo hacemos a la sombra.
O creemos eso, al menos.
¡Cuánta ingenuidad!, dijo alguien. Un mantel no puede sacudirse a sí mismo.
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