I. Algunas impresiones:
Yo creo que Macomber sabe que al final le disparó su mujer.
O sabe que le disparará, más bien, justo antes que ella lo hiciera.
Es más, creo que es probable que hasta voluntariamente se pusiera a tiro.
Todo esto, por supuesto, después de intuir quién es realmente y comprender -hasta cierto punto-, que nunca ha estado herido de gravedad, anteriormente.
Me refiero a que no estaba tan dañado, como antes había creído.
En otras palabras: descubrió que no tenían verdadera munición los disparos que antes le había propiciado su esposa.
Y que hasta ese momento de su vida -nuevamente hasta cierto punto-, estaba intacto.
II. Posibles conclusiones:
a) No es tan gratificante estar intacto.
O es complejo, más bien, descubrir que hemos huido, por años, del león equivocado.
b) De esta misma forma, confrontar el valor de la muerte con el de la vida, no revela -necesariamente-. verdades reconfortantes.
O en otras palabras: es imposible disparar a la bestia que nos refleja sin exponer nuestro cuello a otra bestia que aún se ignora.
III. Otra forma de verlo:
Macomber no logra huir del león.
O huye -hasta cierto punto-, en la dirección equivocada.
Directo hacia el león, probablemente.
O hacia esa otra bestia que, desde dentro de nosotros, lee el relato.
Tres bestias que se ignoran, en resumen.
O cuatro.
Más Hemingway.
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