miércoles, 26 de febrero de 2025

Enfermedades infantiles.


La abuela de F. perdió a seis de sus catorce hijos antes que cumplieran los tres años. No me refiero a que los extraviara, por supuesto, sino a que esos niños fallecieron debido a “enfermedades infantiles”. De hecho, en los certificados de defunción eso es lo que aparece, sin ningún detalle especial ni comentario al respecto.

Descubrimos esto porque F. ha debido iniciar trámites por la herencia de su abuela, que murió ya hace algunos años -debido a un ataque al corazón, según entiendo-, y me ha contado del descubrimiento.

-Nunca supimos de eso -me dijo-, mi madre y mis tíos siempre dijeron que eran ocho y al parecer ninguno recuerda a los hermanos muertos.

-Pero, ¿alcanzaron a conocerlos? -, le pregunto.

-Claro -me explica F.-, mi madre incluso debe haber tenido nueve o diez años para la fecha de muerte del último... a no ser que me equivoque en el cálculo.

F. entonces me enseña los papeles y hacemos cuentas. Comprobamos que es cierto. De paso descubrimos que uno de los tíos de F. tuvo un hermano mellizo que murió, y nunca supo nada sobre ello.

-Tal vez era normal en esa época -le digo a F.

-¿No recordar que murieron tus hermanos pequeños? -me dice F., molesta.

Yo espero un poco para volver a hablar.

F. parece confundida, como si no supiese contra quien dirigir su enojo o preocupación.

-Yo me refería a lo de las enfermedades infantiles -le digo, intentando no contrariarla-. Además vivían en una zona rural…

Me detengo porque F. ha empezado a sollozar. Tiene los puños cerrados y no parece estar escuchando.

-¿Enfermedades infantiles? -dice entonces, luego de un rato.

Lo dice en tono de pregunta, pero no sé qué puedo responder a aquello.

-No sé -le digo-, tal vez era algo genético, incluso…

Ella me mira, en silencio.

Comprendo que no debo agregar nada más.

F. mira los papeles y percibo que está vinculada con ellos, de un modo que no acierto a comprender.

-Tal vez todos los niños mueren de alguna forma -dice luego de un rato, con voz más contenida.

Luego agrega unas palabras más, que prefiero no repetir.

-De todas formas, no quiero volver a hablar sobre esto -dice entonces F., zanjando el tema.

Yo, por supuesto, acepto su propuesta.

Y hablamos de otra cosa.

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