sábado, 29 de febrero de 2020

¿Quiere ser mi Theo van Gogh?


Tal vez deba hacer aquello que pensaba.

Diseñar tarjetas, como de presentación, y salir a entregarlas por las calles.

¿Quiere ser mi Theo van Gogh?, dirían las tarjetas.

Luego agregaría una cuenta bancaria por el reverso y una forma de establecer contacto.

Sí… incluso sacrificaría sin problemas un pedazo de oreja.

Después de todo, es lo mínimo que puede darse por un Theo van Gogh.

Y es que está la falta del dinero, por supuesto, pero también hay otras carencias.

Me refiero a que no querría un Médicis, ni un Farkas ni la beca Rockefeller.

Eso es mierda, a fin de cuentas.

Venderse por mierda, me refiero.

Yo quiero en cambio un Theo van Gogh.

Uno que te trate como hermano y hasta te escriba cartas de vez en cuando.

Que crea en lo que haces y confíe en quién eres.

Alguien que corra hacia ti -aunque no llegue a tiempo-, cuando se entere del disparo.

Un Theo que intente comprender, en definitiva, aunque su naturaleza sea otra.

Quiero la humanidad de un Theo van Gogh.

O la certeza que esa humanidad existe y vale la pena seguir escribiendo, a partir de su existencia.

Humanidad, nada más, si soy sincero… y olvídense de la cuenta.

Necesito un Theo van Gogh.

Y esto que está acá, es el trozo de mi oreja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales