sábado, 15 de febrero de 2020

Supongamos.


I.

Supongamos que ocurrió en otoño.

Y que ella barría las hojas caídas, fuera de su casa.

Y que mientras barre sopla un viento fuerte y caen de pronto más hojas.

Y que ella se detiene, entonces, a observar lo que sucede.


II.

Supongamos que ocurrió en invierno.

Y que la lluvia caída a dejado pozas, sobre la cerámica del patio.

Y que mientras ella limpia todo aquello, comienza a llover nuevamente.

Y que ella se detiene, entonces, a observar lo que sucede.


III.

Supongamos que ocurrió en primavera.

Y que el florecimiento de algunos árboles le provoca una fuerte alergia.

Y que decide seguir un tratamiento y usar mascarillas, pero todo sigue igual.

Y que ella se detiene, entonces, a observar lo que sucede.


IV.

Supongamos que ocurrió en verano.

Y que el sol quema las flores que ella ha plantado en el jardín.

Y que ella hace lo posible por evitarlo, pero las flores se dañan igualmente.

Y que ella se detiene, entonces, a observar lo que sucede.


V.

O supongamos mejor que nunca ocurrió.

Y que ella no barrió, no limpió, no tuvo alergias y no se quemaron sus flores.

Y que observó caer las hojas y la lluvia y no se preocupó más que de observar lo que ocurría.

Y que ella se detuvo, entonces, a observar lo que pudo suceder.

Y que lloró un poquito, tal vez, porque la vida es rara.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales