miércoles, 12 de febrero de 2020

Mudanzas.


Estuvimos todo el día subiendo y bajando las cosas del camión.

Todo lo que cargamos, por cierto, iba en cajas.

Cajas de cartón, por supuesto, muchas de ellas adaptadas especialmente al contenido.

Incluso para trasladar un sillón habían construido una especie de caja.

Bromeamos un poco mientras cargábamos y llenábamos el camión.

Puede que incluso no hayamos sido muy prolijos.

Fue entonces que los dueños de las cosas nos llamaron la atención.

-Nos hemos dado el trabajo de escribir frágil en las cajas -nos dijeron-. Ojalá se fijaran en eso.

Miramos las cajas en silencio y nos dimos cuenta que era cierto.

Algunas cajas ya incluían el mensaje impreso, y en las otras, ellos habían escrito la palabra “frágil”, con grandes letras rojas.

De hecho, no había ninguna que no tuviese escrita aquella palabra.

Pensé en decirles algo, pero finalmente seguimos llevando cajas al camión, en silencio.

Poco después nos volvieron a interrumpir.

-Esa podrían llevarla entre los dos -me dijeron, tras ver como cargaba con esfuerzo una de las cajas más pesadas-. Si te das cuenta, también dice “frágil”.

-Me doy cuenta que todas dicen frágil -les contesté algo molesto-. No puede ser que todo sea frágil.

Ellos se miraron y esperaron a que dejara la caja en el camión para volver a hablar.

-Pues eso es justamente lo que sucede -me dijeron-. Resulta que todo es frágil.

-¿Todo es frágil? -dije yo.

-Sí -me contestaron-. Parece que no quieres entender, pero todo es frágil.

Pensé en discutir, pero lo cierto era que necesitaba aquel trabajo, así que traté de darle la razón y volver a lo que estaba haciendo.

-Ok. -les dije-. Todo lo de ustedes es frágil… Tendré cuidado.

-No es solo lo de nosotros -me dijeron-. Absolutamente todo es frágil… el mundo es frágil… la vida es frágil…

Los miré para ver si se burlaban, pero estaban serios. Me miraban directamente, como si me estuviesen diciendo algún tipo de secreto, o una información importante.

-Pues si todo es frágil habría que evitar el movimiento -les dije, mientras volvía a buscar otra caja.

Ellos se miraron por un momento, pero no comentaron nada y siguieron de pie, simplemente, observando nuestro trabajo.

Nosotros, por supuesto, seguimos subiendo las cosas al camión.

Luego fuimos hasta el otro lado de la ciudad, y las bajamos.

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