lunes, 17 de febrero de 2020

En ese instante (fragmento).


Jugaba con alguien, en las escaleras. Nunca quiso decir con quién. Decía que la seguía, siempre un par de escalones atrás. Principalmente cuando subía al tercer piso. Si ella cambiaba la velocidad aquello que la seguía también lo hacía. Trataba de mantener la misma distancia, digamos. Como una sombra. Todo era como un juego, en todo caso. Ella no sentía temor y los demás no creían del todo en sus palabras. Le decían que aquello podía ser una especie de eco, o el crujir de la madera, pues la casa ya era vieja. Ella los dejaba hablar, pero sabía que se trataba de otra cosa. A veces se volteaba rápidamente y alcanzaba a ver algo. Ropas viejas. Una bufanda. Pelo largo. Apenas un momento, claro, porque aquello se escondía. Una vez, sin embargo, ella volteó tan rápido que alcanzó incluso a agarrar la bufanda. Entonces hubo un forcejeo hasta que ella cayó por las escaleras, aferrando todavía aquella tela. Se rompió un tobillo y quedó en observaciones por el golpe en la cabeza. Tres días estuvo hospitalizada hasta que la dieron de alta. Cuando volvió a casa estaba feliz. Después de todo, había servido para que los demás viesen la bufanda. Nadie hablaba de eso, sin embargo. Ella pidió guardarla y pensaba devolverla cuando sanase el tobillo y la dejaran subir la escalera nuevamente. Por eso se sorprendió cuando aquello entró a la pieza donde ella dormía y se acercó al cajón donde guardaba la tela. La observó largo rato, pero finalmente ni siquiera la tomó. Se acercó entonces e intentó mirarla, mientras ella fingía dormir. El tiempo, creen algunos, se detuvo en ese instante.

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