I.
Es más difícil salir del agua caliente que del agua tibia.
Salir por propia voluntad, quiero decir.
Si quieren pruébenlo y verán que es cierto.
El engaño es ajeno a mis propósitos.
II.
Otra cosa que no es engaño:
Los hombres tienen un camino y las cosas tienen un uso.
Probablemente ya lo he dicho, pero no ha dejado de ser cierto.
En este sentido, casi, podríamos decir que se trata de una verdad.
Cuando escribo uno, aclaro, no hago referencia a cantidad.
Eso también es cierto.
III.
La primera vez que leí a Soseki, fue de pura casualidad.
También era la primera vez que visitaba unas termas y alguien había dejado olvidado aquel libro.
Lo leí con poca fe, esa vez, sin saber de quién se trataba.
Luego de leerlo, dejé el libro sobre una roca.
Llovió esa noche, recuerdo.
Me gustaría pensar que la existencia física del libro, resistió.
IV.
Al final, me dije, todo es cuestión de voluntades.
No engañar, me refiero.
Y hasta sobrevivir.
Las cosas, sin embargo, sobreviven con otras reglas.
Un texto, por ejemplo, puede hacerlo sin presentar una unidad.
Se mantiene en pie, precariamente, hasta que cae.
Y entonces uno es quien decide cuándo y de qué forma salir de él.
Como si fuese agua tibia o caliente, me refiero.
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