viernes, 18 de abril de 2025

Aburrirse como ostra.


Me gusta esa frase:

Aburrirse como ostra.

De hecho, desde que la conozco, la vislumbro casi como una meta.

O más bien, como un propósito a seguir.

Sí, es cierto.

Sueño con aburrirme como ostra.

No aburrirme como yo, sino como ostra.

Aburrirme siendo otro, me refiero.

Un otro inmóvil, bajo el agua, y, por si fuera poco, adherido a alguna roca.

Piénselo un poco.

No es en lo absoluto un mal panorama.

Una vez, antaño, en una iglesia abandonada, lo escribí en una banca de madera:

“Oh Dios, permíteme aburrirme como ostra”.

Sí, eso fue lo que escribí.

Estaba borracho, es cierto, y lo hice un poco por joder.

Pero dicen que la intención es lo que cuenta.

Y mi intención, claro está, era simplemente aburrirme como ostra.

Sin perla y sin fe, pensaba entonces.

Sin perla, aburrirme, quiero decir.

Eso es lo que pedía.

Algo difícil, si se piensa, pero no tan especial.

Es decir, no obtendría de ello, objetivamente, ningún beneficio.

Y no suponía, en otras palabras, costo alguno.

Así y todo, aquello que pedí no me fue concedido.

No pude aburrirme como ostra, quiero decir.

Igualmente, en todo caso, hice el intento varias veces, y fracasé.

Nadie escapa a su destino.

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