I.
Lo quieras o no al final tendrás que hacerlo.
Ya sabes… me refiero a eso de cerrar la casa.
Puede parecer una acción más, simplemente, pero no es cierto.
O sea, es cierto que es una acción más, de entre otras,
pero yo apunto aquí a su trascendencia
e inevitabilidad.
Recalco esto porque quiero, en definitiva, ahorrarte disgustos.
No tengo otras intenciones.
Por eso, ahora, vuelvo a decírtelo:
tendrás que hacerlo.
Y entonces, en el momento exacto en que lo hagas,
sabrás además que se trata del final.
O sabrás, al menos,
que ese final
ha comenzado.
II.
De igual forma no te angusties.
Es algo inevitable, ciertamente, pero todavía hay espacio para una decisión.
Y es que al cerrar la casa al menos puedes decidir desde dónde hacerlo.
Me refiero a que puedes elegir cerrar la casa desde dentro, ciertamente,
o cerrarla desde fuera.
Y si bien esto parece ser una decisión pequeña,
lo cierto es que, a la postre, puede resultar crucial.
Como toda elección, podrá decir, interrumpiéndonos, alguien incrédulo.
Y sí, puede que sea cierto, a primera vista.
Pero no debes olvidar que luego de hacer esto,
ha de iniciarse el final.
Y nada más elijes, en todo aquel proceso.
Una puerta cerrada, simplemente.
Es lo que hay.
No hay comentarios:
Publicar un comentario