Estábamos bebiendo desde hacía rato cuando él contó la historia. Le había ocurrido en una pequeña ciudad australiana, mientras hacía algunas apuestas. No parecía demasiado interesante hasta que comenzó a contar lo del dado.
-No es broma -me dice, como si fuese de lo más normal-, tiré el dado y salió cero.
-¿Cero? -pregunto-. ¿Y cómo mierda sale cero?
-Pues así, saliendo -me dice-. Ni un puto punto en la cara del dado, mientras los otros se ríen y yo acabo perdiendo mi apuesta…
-Pero habrá sido trampa -lo interrumpo-. ¿No reclamaste…?
-Lo hice y me dijeron que yo mismo tomara el dado y lo revisara -me contestó-. Luego empecé a mirarlo y tras darlo vuelta varias veces encontré todas las caras bien…
-¿Y la que había salido cero?
-Pues ahora no estaba -me dijo.
-¿Y nadie más había tomado el dado luego de salir cero?
-Nadie -corroboró-. Estuvo todo el rato frente a mí, sobre la mesa.
-¿Y entonces?
-¿Entonces qué?
-¿Qué hiciste, po hueón?
-Pues nada, ¿qué iba a hacer? Pedí prestado un poco de dinero para volver a casa y eso es todo.
-¿Y nada más? ¿Te dijiste “mala suerte” y eso es todo?
-No -me dijo-. Pero lo acepté igual.
-¿Y cómo te lo explicaste, para aceptarlo?
-No sé muy bien… -contestó-. Probablemente me acordé eso que tú mismo decías hace tiempo… eso de que hay cosas que ceden su lugar.
-¿Cosas que ceden su lugar?
-Sí, ¿no es eso lo que decías…?
-Nunca he dicho esa mierda -le digo-. Además, no sé qué tendría que ver esa frase con lo del dado.
Entonces él guarda silencio, y me observa largo rato, como intentando hacer memoria.
-Es extraño -dice entonces-. Por un momento me pareció ver que tu cara se había borrado.
-¿Como con el dado? -pregunto.
-Más o menos -dice riendo-. Igual ya pasó… No debe ser importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario