sábado, 15 de noviembre de 2025

Un triunfo, a pesar de todo.


I.

Recién en su quinto torneo de ajedrez, M. ganó su primer encuentro.

Ni siquiera supo por qué, pues su contrincante botó su rey, le dio la mano y se retiró de la partida.

Probablemente había proyectado una serie de movimientos que lo harían perder, tarde o temprano.

M., sin embargo, no logró comprender lo ocurrido.

O sea, comprendió que se retiró su contrincante, pero no logró visualizar en el tablero lo que su contrincante había visto.

O previsto, más bien.

Luego M. perdió su siguiente encuentro y fue eliminado del torneo.

Así y todo se retiró conforme, aquella vez.


II.

M. volvió a competir en seis torneos más hasta que decidió dejar de intentarlo.

Durante esos últimos torneos, por cierto, logró llegar a tablas en un par de ocasiones, pero no obtuvo ningún triunfo.

Aun así, formó parte de la tabla posiciones oficial durante dos años, a partir de los torneos en que se inscribía.

Su mejor resultado, en noviembre del primer año, fue penúltimo.


III.

Esa vez que gané, me cuenta, tuve una sensación que no se ha vuelto a repetir.

Como si hubiese recibido merecidamente un regalo, aunque sin saber por qué.

Fotografié el tablero, de hecho, para comprender por qué se rindió mi contrincante, pero nunca lo descubrí.

Igualmente, lo recuerdo como un buen momento.

Un triunfo, digamos, a pesar de todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales