domingo, 16 de noviembre de 2025

Ella canta mal, pero fingimos.


I.

Ella canta mal, pero fingimos.

Y fingimos bien.

Tal vez ella, pienso ahora, también lo haga.


II.

La primera vez que la escuchamos fue en un matrimonio.

Casi al final de la fiesta, cuando todos se iban.

Entonces ella subió a la tarima, tomó el micrófono y aprovechando que sonaba la versión orquestada de un tema popular, se puso a cantar.

Fue terrible, si soy sincero.

Los que se iban se detuvieron y voltearon a verla, incómodos.

De igual forma, como ella cantaba con energía y todos estábamos un tanto borrachos, la aplaudimos igual.

La premiamos por el entusiasmo, supongo. Y un poquito por lástima.

Lamentablemente ella se tomó en serio el aplauso y días después lo anunció en una reunión de amigos.

Cantar es lo mío, nos dijo. No lo puedo ocultar.


III.

Desde entonces ella ha comenzado a cantar en cada lugar que vamos.

Nosotros tratamos de elegir lugares que no lo permitan, pero ella insiste hasta que la dejan igual.

Por lo general no canta más de un tema y luego regresa a beber, tranquila.

La gente nos mira cuando lo hace, pero hasta el momento nadie ha reclamado abiertamente.

Solo malos gestos, de vez en cuando, pero ella no los sabe descifrar.


IV.

Hicimos un sorteo hace unos días y perdí.

Como consecuencia, soy el encargado de decirle a ella que canta mal.

El objetivo es convencerla de que no se exponga y nos ahorre de esa forma el mal rato.

Todo cuidando que no se sienta mal, por supuesto.

Y claro, es por eso que la llevo a un lado e intento hablarlo sobre su canto.

Me doy hartas vueltas, nervioso, pero finalmente lo logro explicar.

Entonces ella sonríe y me dice que esté tranquilo, que todo está bien… que ella ya sabe que todos fingen.

De eso se trata todo, me dice, mirándome a los ojos, ¿no crees?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales