I.
-¿De qué color es el camaleón?
-¿Qué camaleón?
-Da lo mismo… el que tú quieras.
-¿Puede ser uno verde con amarillo?
-Claro.
-Pues entonces es verde con amarillo.
II.
-¿Sabes?, está bien lo que dijiste, pero en realidad yo intentaba hablar de otra cosa.
-¿De otra cosa?
-Sí. No sé bien cómo decirlo, pero al menos no quería hacerlo sobre un camaleón en específico.
-¿Querías hablar de los camaleones en general, entonces?
-En parte sí… pero supongo que quería poner énfasis en que resulta difícil saber realmente el color que poseen.
-En reposo no es difícil.
-¿A qué te refieres?
-A que cuando están relajados suelen ser solo verdes o marrones.
-No lo sabía.
-Pues así es. También cuando duermen o cuando ya han muerto, solo tienen esos colores.
III.
-¿Puedo hacerte otra pregunta?
-Claro.
-¿Crees que seremos más nosotros mismos cuando estamos relajados o en tensión?
-¿Lo dices por lo del color de los camaleones?
-Sí, en parte.
-Pues me nace decir que cuando estamos relajados, pero probablemente sea en tensión cuando nos manifestamos con mayor energía.
-¿Y entonces el color de los camaleones…?
-El color da lo mismo, al final.
-¿De verdad crees eso?
-Casi, pero no creo en otra cosa, en realidad.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Nada en especial, solo contesto a lo que preguntas…
-¿Como el camaleón?
-Sí, es cierto… más o menos de esa forma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario