Ayer contaba lo mismo.
A veces encuentro textos viejos. Pocos encuentro, porque no los busco. Además, no sé bien qué hacer con ellos, cuando los encuentro. Ni siquiera los leo completos. Observo las primeras palabras, y recuerdo. A veces, supongo, evito sensaciones.
Esta vez encuentro unos pocos de hace más de veinte años. No lo corrijo a pesar que se notan maltrechos. No los toco, digamos, para que ellos no me toquen a mí. Para que no me reclamen algo.
Dejo un par acá. Los últimos que dejo, supongo. El segundo es de época escolar, según recuerdo, de esos que se hacían para quedar olvidados.
Ya no sé.
Toda casa tiene
Un cuarto donde no da luz
Yo vivo en esos cuartos
Llevo poco a poco mis supuestas pertenencias
Y las apilo frente a las murallas
Como si quisiese incluso
Eclipsar posibles grietas
Lleno de libros
Imágenes
Películas con un desenlace que sólo yo conozco
Lentamente el espacio se reduce
Y te cobija
Tanto así que a veces buscas apoyar tu rostro
Contra aquellas cosas
Como si pudiesen de alguna forma acariciarte
A veces incluso te acurrucas en el centro
Y lloras profundamente como si aquello sirviese para algo
Así se pasa el tiempo
Hoy me preguntan (desde fuera)
Para qué tanto dolor
Para qué perder el tiempo en aquellos cuartos donde no llegan luces
Como si un hombre sediento bajase hasta el fondo de un pozo
Enteramente seco
A esperar un poco de agua
Y entonces yo no sé que responder
Solo sé que siento sed
Que mis ojos se han secado
De verdad es poco lo que sé
Yo sólo busco brazos
Que hacia mí se extiendan
Y me abracen
Esta vez encuentro unos pocos de hace más de veinte años. No lo corrijo a pesar que se notan maltrechos. No los toco, digamos, para que ellos no me toquen a mí. Para que no me reclamen algo.
Dejo un par acá. Los últimos que dejo, supongo. El segundo es de época escolar, según recuerdo, de esos que se hacían para quedar olvidados.
Ya no sé.
El país del que nunca se habla.
Compran las niñas carteras y pinturas y escobitas
¡Qué digo!
Les compran
Se esconden en el cuarto de la madre
Y sacan a escondidas un viejo rouge del bolso
Y comienzan a esmaltarse la cara así como han visto a sus mayores
Hunden sus piececitos en los zapatos de tacos más altos que encuentran
Y con un collar que da a hasta seis vueltas en sus cuellos
Y con una cartera en cuyo interior hay un bolsillo secreto con dos preservativos
Dan vueltas por la habitación
Como polillas ante un montón de cenizas que se apagan
En ocasiones
La habitación es demasiado pequeña y para estar a gusto deben ponerse de pie sobre la cama
Y a veces se doblan los tobillos
Y no tienen donde asirse ahí en medio de la nada
Y mientras una, la pequeña, mira desde abajo a su hermana
Con los ojos brillantes y aplaudiendo pues cree que el equilibrio está hecho para ella
Siente el golpe seco de la cabeza de la otra rebotando contra el piso
Y el collar, de seis vueltas, enrollarse en los bordes de la cama
No sabe entonces qué hacer ella y está sola
Es la primera vez, de muchas, que lo sabe
Y sabe menos como untar sus dedos en el charco y repasarse los labios
Esto ocurre en Pensilvania en el 69
Hay fotos de los piececitos de una niña en unos zapatos altos
Trizados y desnudos como en tumbas demasiado grandes
Mientras en la calle la gente celebra porque el hombre ha pisado la luna
Ha dado un gran salto y su huella ha quedado estampada
Y aplauden
Y celebran
Y se abrazan
A la pequeña la encuentran después
Gateando con la cara embadurnada en rojo
Y la brillante cartera que le trajo Santa la última navidad y que tanta gracia le hizo sujeta en su mano
A duras penas logra ponerse de pie y buscar el aplauso de los otros
Porque ha crecido de pronto
Porque ella también es grande
Y aunque su foto apenas ocupe media página
En aquel diario especial dedicado a esa gran hazaña del hombre
A esas huellas estampadas en aquel desierto a cientos de millas de distancia
Aunque el nombre de Mary Penny Reilly se haya perdido desde entonces
Y solo queden otras huellas en la memoria de todos
En videos, en brillantes textos escolares
He aquí la huella humilde de ese grito
Que nunca sonó
O que nunca oímos
Un cuarto donde no da luz.
Un cuarto donde no da luz
Yo vivo en esos cuartos
Llevo poco a poco mis supuestas pertenencias
Y las apilo frente a las murallas
Como si quisiese incluso
Eclipsar posibles grietas
Lleno de libros
Imágenes
Películas con un desenlace que sólo yo conozco
Lentamente el espacio se reduce
Y te cobija
Tanto así que a veces buscas apoyar tu rostro
Contra aquellas cosas
Como si pudiesen de alguna forma acariciarte
A veces incluso te acurrucas en el centro
Y lloras profundamente como si aquello sirviese para algo
Así se pasa el tiempo
Hoy me preguntan (desde fuera)
Para qué tanto dolor
Para qué perder el tiempo en aquellos cuartos donde no llegan luces
Como si un hombre sediento bajase hasta el fondo de un pozo
Enteramente seco
A esperar un poco de agua
Y entonces yo no sé que responder
Solo sé que siento sed
Que mis ojos se han secado
De verdad es poco lo que sé
Yo sólo busco brazos
Que hacia mí se extiendan
Y me abracen
No hay comentarios:
Publicar un comentario