Como desistí nuevamente de los cursos de perfeccionamiento propuestos me pidieron esta vez argumentar de mejor forma mi decisión. Así lo hice. Analicé contenidos, expliqué obsolescencia de algunas estrategias y hasta argüí caminos personales para alcanzar esos mismos conocimientos o técnicas propuestas en dichos cursos. Entonces, molestos y supongo que un poco desconcertados luego de recibir los extensos informes que me tomaron más tiempo que haber ido a los propios cursos, me dijeron irónicamente que diseñara yo mismo algunos cursos de perfeccionamiento que estuvieran a mi altura. Lo dijeron despectivamente, por supuesto, pensando que mi actitud se debía a un orgullo desmedido, pero en su propuesta había algo que me quedó dando vueltas por un tiempo. Me refiero a la posibilidad de perfeccionarse, uno mismo, a sí mismo. Con un conocimiento que ya esté en uno, en este caso, pues sino sería lo mismo que recurrir a otros conocimientos externos. Suena absurdo y hasta mal redactado, probablemente, pero no supe explicarlo mejor. De hecho, cuando lo intenté, lo que los otros entendieron fue que ya no era posible perfeccionarme, lo que, de ser cierto, no se traduce en creer que sea perfecto, como ellos dijeron, sino justamente en aceptar mi imperfección que es al mismo tiempo mi escaso grado de perfección posible. Cómo sea, me pidieron entonces que, para aceptar mi ausencia a los cursos propuestos, les presentara un detalle de aquello que forma parte de mi propio curso natural de perfeccionamiento, en el cuál estaría trabajando mientras ellos estuviesen asistiendo a dichos cursos. Desgastándose en ellos, más bien. Como soy obediente y duermo poco, finalmente lo hice. Terminé hace un rato, de hecho. Pensaba pegarlo acá, pero quien ha leído un poco algunas entradas, ya debe conocer el contenido, de cierta forma. Y para los que no, he decidido privilegiar el conocimiento directo que el indirecto, que sería a fin de cuentas el presentar un listado de fundamentos teóricos asociados a acciones que más parece una de esas listas que se pegan, de vez en cuando, en el refrigerador. Eso es todo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Seguidores
Archivo del blog
-
►
2024
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2023
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2022
(365)
- ► septiembre (30)
-
▼
2021
(365)
-
▼
septiembre
(30)
- Puede sonar tonto.
- ¿Lo has pensado?
- Gestos dedicados a sí misma.
- Nadie sabe de qué habla, me dije.
- Un amo indiferente.
- Una contraseña.
- Aves que mueren en el aire.
- Cursos de perfeccionamiento.
- El guion.
- No vaciar la papelera.
- Lo detuvieron por eso.
- Odio dormir, me dijo.
- El verdadero Peter Parker.
- Testigo incompleto.
- Bienvenido a Lanada.
- Amar a los muertos.
- Cruzarse con Buda.
- El clavo en el martillo.
- Otros textos (II)
- Otros textos (I)
- ¿Todos se están yendo?
- Mis propósitos.
- Quince minutos.
- Mis enemigos invisibles.
- Ella era dentista.
- Al final de aquel paisaje.
- No se dice así, pero no importa.
- Aguas.
- Las cosas, para Wingarden.
- Construyendo un lugar vacío.
-
▼
septiembre
(30)
-
►
2020
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2019
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2018
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2017
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2016
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2015
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2014
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2013
(365)
- ► septiembre (30)
-
►
2012
(366)
- ► septiembre (30)
-
►
2011
(365)
- ► septiembre (30)
No hay comentarios:
Publicar un comentario