Así es.
Hay, aunque no creas, otras cosas de las que ocuparnos.
Es cierto: existen esas cosas.
Un gran número de ellas… puedo asegurarlo.
Esta vez, sin embargo, no daré ejemplos.
Tampoco haré listas, esta vez.
En cambio, te regalo la razón, aunque incompleta:
No haré listas, esta vez, para que las hagas tú.
Y para que llegues a creer que es cierto, finalmente, por voluntad propia.
Así es.
Existen, evidentemente, otras cosas.
Otras cosas de las que ocuparnos, por supuesto, pero estas deben ser tus propias cosas.
O ser fruto de tus propias elecciones, más bien.
Y es que ocuparse de otras cosas supone también abandonar otras.
Dejar de ocuparse de ellas, me refiero.
No por maldad.
No por dejadez o irresponsabilidad.
Y mucho menos por exigencia de estas “otras cosas”.
Y es que no hay culpa, si te fijas.
No hay culpa en aquello de lo que hemos elegido ocuparnos.
Y tampoco hay culpa -esta vez-, en nosotros.
O no debiese haberla, al menos.
Así es.
Aunque no lo creas, así es.
Se trata simplemente de la existencia de otras cosas.
Otras cosas de las que ocuparnos.
Y no importa si requieren más o menos de nosotros.
Ese no es el punto.
El punto es que ahora existen y ya está.
De cierta forma ya está hecho.
Que así sea.
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