I.
Yo les apuesto a los bárbaros.
Apuesto por su triunfo, me refiero.
Por su permanencia.
Por los bárbaros y las cucarachas, nada más.
No me lo pienso dos veces.
Ellos nos sobrevivirán a todos.
II.
Pagan harto, además.
Y es que hoy, ya no son favoritos.
Disimulan su fuerza.
Viven agazapados, bajo las ciudades.
Bajo los hogares tradicionales.
Bajo el centro comercial.
Juntan rabia, de esa forma.
Y la rabia engendra orgullo.
De ahí en más todo se traduce en fuerza.
En ganas de sobrevivir.
En tener un por qué.
Por eso le apuesto a los bárbaros.
III.
Balbucean, los bárbaros.
No necesitan más.
Eligieron hacerlo, me refiero.
No sabemos, por lo mismo,
si ríen o amenazan, bajo las ciudades.
Algunos incluso dicen que los ven salir.
Muy a lo lejos, pero eso es lo que dicen.
Otros aseguran, incluso,
que han comenzado a ocupar
las iglesias vacías.
Que miran hacia el cielo.
Y que sus ojos están rojos.
IV.
Yo les apuesto a los bárbaros.
Ellos tienen hambre.
Todo lo que tengo estoy dispuesto a apostar,
aunque no es mucho.
Sin pensármelo dos veces, lo hago.
Tal vez no sepa nunca si gané o perdí,
pues tendría que permanecer, para saberlo.
Ellos nos sobrevivirán a todos.
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