"Tan pronto como el «discurso presente» «da testimonio»
de la «verdad de esta revelación» (...)
los valores de adecuación o desvelamiento ni siquiera
tienen ya que esperar su verificación o realización
desde el exterior de algún objeto."
J. D.
-En el cajón de los calcetines -me dijo, cambiando de tema-, una vez encontré un pie.
-No me interesa y además no es cierto -le contesté.
Él se quedó en silencio algunos segundos, como buscando una respuesta.
-Sí lo es -dijo, titubeante- Es cierto. De hecho... sí, era este.
Ahora se apuntaba el pie derecho.
Yo lo observé, simplemente, en silencio.
Entonces se sacó el zapato que cubría ese pie y luego comenzó a quitarse el calectín.
-¿Qué haces? -pregunté.
-Te quiero mostrar la evidencia -dijo.
-¿La evidencia de qué?
Ahora no contestó.
En cambio, con tranquilidad terminó de sacarse el calcetín y luego pueso el pie sobre una pequeña mesa que había en el lugar, frente a mí.
-Este es -dijo-. Puedes verlo de cerca si todavía no me crees.
-Un pie no es argumento de nada -lancé-. ¿De qué podría convencerme ese pie?
Mientras decía esto debo reconocer que observé de reojo el pie que me mostraba. No tenía nada especial. No tenía otro tono de piel ni estaba cosido a su tobillo o algo así.
-Ese siempre ha sido tu pie -agregué, despectivo.
-Así es -admitió.
-Y entonces, ¿cómo es que te lo encontraste en un cajón?
-Pues así, simplemente: encontrándolo -respondió-. Fue en el cajón de los calcetines. Podría suponerse que por afinidad con el contenido, pero lo cierto es que solo fue casualidad.
No supe qué decirle. Consideré que era absurdo decir cualquier cosa.
-A veces las cosas pueden ser también otras cosas -dijo, luego de un rato-. A veces un cajón puede ser un peldaño. por ejemplo. Aunque en realidad esto vale para cualquier cosa: una soga, una estalactita, una viga... cualquier cosa, en realidad.
-¿También para un pie? -pregunté.
-No -contestó-. En este caso, al menos, no funciona de esa forma. El pie encontrado sería la excepción.
-¿Y qué hiciste cuando lo encontraste? -le consulté ahora, algo más convencido.
El respiró hondo antes de responder.
-Me sorprendí al verlo, en el cajón, desnudo -dijo, conmovido-. Como si hubiese encontrada la cría de un ser vivo. Un animal extraño llamado a sotenerme...
Siguió así unos minutos. Hablando mayormente de emociones, esta vez.
O eso me pareció, al menos.
Es extraño y algo cursi, pero está bien, pensé, mientras lo escuchaba.
Y dejé de cuestionarlo, desde ese instante.
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