“No sonreía, no era paternal, no era nada.
Era una voz.”
A.B.
Yo solo sabía que era un bar.
Uno común, me refiero.
Pasé porque iba con tiempo de sobra y porque quería tomar algo, simplemente.
Pedí una cerveza.
-La pago yo –dijo entonces un viejo que estaba en la mesa de al lado.
El garzón asintió y yo me voltee para verlo.
-No soy maricón –me dijo-. No te preocupes.
-No me preocupo –contesté.
Entonces el hombre se cambió de mesa y se sentó a mi lado.
-Disculpa que moleste, chiquillo… -se excusó.
-No soy un chiquillo –le dije.
-Lo sé… lo sé… si hasta vas a llegar a los treinta y tres en poco
tiempo, ¿no es así?
-¿Cómo lo sabe?
-Porque tienes cara de treinta y dos –me dijo. Y luego se rio.
Yo no le hallé gracia.
-Los treinta y dos son como para asustarse, ¿no crees?
Yo lo miré y guardé silencio. Luego recibí la cerveza y aproveché de
pedir otra, para después.
-Esa la pago yo –advertí.
-Claro, como tú quieras –dijo el viejo.
La cerveza estaba helada y la bebí prácticamente de un sorbo.
-¿Sabes porque estoy aquí? –me preguntó entonces.
-No –le contesté.
-¿Y no te recuerdo a nadie?
-No.
Luego el viejo hizo una pausa. Yo estaba algo nervioso, pero fingía
seguridad mientras bebía a un costado.
-No me gustan los juegos, Vian –me dijo entonces-. Tú hiciste un trato
conmigo, ¿no lo recuerdas? Me pediste certezas.
-…
-¿De verdad no te acuerdas? –agregó.
Yo lo miré serio, en silencio.
Luego, me levanté y fui hasta el baño.
Me mojé el rostro.
Intenté recordar.
Recordé.
De vuelta a la mesa vi que el viejo no estaba y que habían servido la
otra cerveza.
-¿Ya se fue el viejo? –le pregunté al garzón.
Me contestó que sí, y que había pagado el consumo.
Entonces, tomé la otra cerveza y anoté unas palabras en una
servilleta.
Todo es siempre una voz. Escribí.
Luego volví al camino.
Luego volví al camino.
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ResponderEliminarNo recuerdo qué había dicho...
ResponderEliminarEra un halago medio exagerado... :)
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