martes, 1 de octubre de 2024

Salir de esta ciudad en bote.


Salir de esta ciudad en bote.

No pregunten por qué, pero eso es lo que ansiaba.

Resulta extraño, pero me parecía en ese entonces la única forma en que podía, verdaderamente, salir de acá.

Sí, tenía que abandonarla en bote, me decía, una y otra vez.

Y claro, llegaban entonces las otras voces más sensatas, diciéndome que no se podía hacer eso que yo ansiaba.

Que no hay agua delimitando en parte alguna, los bordes de esta ciudad.

Apenas un riachuelo menor, pero que da vueltas dentro suyo.

Dentro de la ciudad, me refiero.

Un riachuelo tan escaso que era imposible navegarlo, incluso en un bote menor.

Así y todo, yo seguía con mi idea.

Y discutía con otros, sobre ella, acaloradamente.

Sin razones claras, es cierto, pero discutía.

Si quieres irte hay aviones, me decían.

Vehículos particulares, buses, trenes… y hasta me dieron un dato de globos aerostáticos.

Pero eso, pensaba yo, no implicaba necesariamente abandonar la ciudad.

No era una forma de salir definitivamente de ella.

Después de todo, pensaba, ya he intentado salir de esa forma otra vez y ya ven dónde estoy.

Y en qué estado.

Así que no… esta vez debía ser en bote.

O en una embarcación pequeña, al menos.

Sí… salir de esta ciudad en bote, repetía hasta el cansancio.

Y claro: entonces comprendí.

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