jueves, 10 de octubre de 2024

Preguntar por el camino de vuelta.


Antes de ir pregunto por el camino de vuelta. No lo hago de gusto ni como parte esencial de un cálculo, pero debo reconocer que averiguo sobre ello, antes de ir. No es que me asegure que el camino de regreso sea cómo o expedito, sino simplemente busco saber dónde está, saber cuál es. Como si preguntase más bien por una salida de emergencias.

Por supuesto, nunca hay emergencias. No hasta el momento, al menos. O no verdaderas emergencias, al menos, como para hablar detenidamente sobre ellas. Tampoco es que las espere y sea como esas personas que piensan en una eventual desgracia y quieren asegurare de estar cerca de una vía de escape. A mí me basta con saber dónde, digamos, y luego ya no hay más. No insisto con detalles ni mapas ni consejos ni nada en ese ámbito. No espero ni busco la emergencia.

Quería saber por dónde se regresa simplemente, les digo. No escondo nada más.

Así y todo, esto parece molestar a los otros. Apenas preguntas te miran con desconfianza y creen que hay dobles intenciones. Todo un plan tras una simple pregunta que luego buscan conocer y descubrir hasta que terminan por cansarme con todo eso.

Y claro, entonces sí me resulta útil la información solicitada y todo parece volver a quedar en orden. Ellos creyendo que confirman sus sospechas y yo creyendo que regreso al lugar de origen.

Todos erramos, por supuesto.

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