lunes, 18 de noviembre de 2024

No sé si se mueven las rocas bajo el río.


I.

No sé si se mueven las rocas bajo el río.

Aseguran que no, es cierto, pero en realidad no sé.

El río es claro, pero igualmente el fondo queda a oscuras.

Desde la superficie, me refiero, queda a oscuras.

Solo ves que el agua que se mueve, sin saber bien a dónde ir.


II.

Es extraño, pero cuando escribo debo suponer cosas.

Cosas que no sé, a ciencia cierta, pero aparento que sí.

Y es entonces cuando esas cosas que supongo, flotan sobre mí como agua en movimiento.

Y yo no sé si me muevo o no me muevo, bajo ellas.

Y mis pies se vuelven piedras o raíces o no sé.


III.

Esta vez, en cambio, soy el río.

O supongamos que lo soy, al menos, esta vez.

Me muevo, es cierto, pero no dejo de ser yo mismo.

Si cierro los ojos, por ejemplo, siento en mí flotar los signos.

Como muertos -dirá alguien-, sobre el agua.


IV.

Lo repito: No sé si se mueven las rocas bajo el río.

Pero acepto la posibilidad que sean ellas las que se muevan, bajo él.

¿Son ellas entonces las que agitan el agua y nos confunden?

¡Quién podría saberlo…!

Solo ves que el agua que se mueve, sin saber bien a dónde ir.

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