Mientras no termine el día, poco sabes.
E incluso cuando termine, probablemente, no sabrás.
Así y todo, tendrás derecho a creer en tus observaciones.
A llamar tormenta, por ejemplo, a aquello que ha acontecido.
O a marcar en un mapa el trayecto de lo que has creído recorrer.
Todo, sin embargo -déjame decirte-, ha ocurrido simplemente en un papel.
Piensa en el mapa, por ejemplo.
O piensa si prefieres en la idea de tormenta que te has atrevido a nombrar.
Tú mismo, incluso, podrías venirte abajo de un borrón, o de un simple tachado.
Y es que poco sabes, a fin de cuentas, mientras no termine el día.
¿No se entiende?
¿Esperas acaso que en la noche se ilumine de mejor forma el camino?
Puedes hacerlo, ciertamente, pero sabes que aquello no ocurrirá.
Y es que la oscuridad, como la nieve, caerá entonces sobre las cosas.
Y no habrá tiempo ya para aprender, lo que antes no has aprendido.
Cuesta pensarlo de esa forma, pero es cierto.
Palpamos el vacío a oscuras y solo entonces comprendemos el error.
Sentimos la tierra en las manos y hasta en los ojos la sentimos.
Así y todo, por entre la tierra logramos oír una voz:
Mientras no termine el día, poco sabes, nos dice.
Y luego calla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario