viernes, 29 de noviembre de 2024

Abrir la tumba de Lovecraft.


I.

Hace años leí que unos fanáticos habían abierto la tumba de Lovecraft.

Fueron en total seis tipos: tres australianos, un estadounidense, un mexicano y un checo.

Cavaron de noche, luego de maniatar al cuidador, quien no comprendió muy bien qué querían hacer.

No le hicieron daño en todo caso, pero lo dejaron encerrado en una especie de cabina, donde lo encontraron al día siguiente.

Entonces revisaron el lugar y descubrieron la tierra removida y el ataúd fuera.

Dentro del ataúd, por cierto, estaban los restos de Lovecraft.

No se llevaron nada.


II.

Todo esto lo leí en un reportaje que publicaron luego de detener, en las cercanías del lugar, a dos de los fanáticos.

Ellos confesaron que hicieron eso pues querían comprobar algo, que no quisieron explicar.

De todas formas, si bien fracasaron, repetían que se trataba en principio de algo serio.

Según se decía en el reportaje, fueron juzgados y deportados, poco tiempo después.

Pagaron multas, debieron disculparse y se fueron repitiendo que no habían encontrado nada interesante.

Solo Lovecraft, al fin y al cabo.

Nada más.


III.

Nunca volví a leer sobre aquel asunto, aunque sí volví a leer a Lovecraft.

Digamos que esa fe mi forma de abrir su tumba, luego de leer sobre aquello.

En principio pensaba detenerme a contarles qué encontré, pero voy a hacer mejor como los dos australianos.

Sin multas ni disculpas eso sí, aunque acepto gustoso la deportación.

Después de todo, siempre es bueno volver a casa.

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