domingo, 24 de noviembre de 2024

Nacen de la niebla esos colores.


Nacen de la niebla esos colores.

Ya ves, cuando te acercas.

Como si la tierra abriese la boca y de ella emanase vapor.

Y del vapor, más tarde, la niebla.

Nos acercamos a ella entonces mientras amanece, al parecer.

Y puede ser que lo que oímos sea agua, que fluye en algún lado.

Y es que no sabemos bien, pero intuimos.

Y el agua que se intuye, extrañamente, igual refresca.


Así, resulta que avanzamos con cuidado.

Poco a poco por el borde de un sendero.

La tierra es blanda, y también resulta húmeda.

Y nosotros, apoyamos los pies uno a uno, evitando el daño.


¿Qué flor será?, nos decimos, cuando la vemos.

Es decir, cuando notamos que el color a tomado forma y no es un pájaro.

La tratamos bien entonces, no nos juzguen.

La miramos sin prejuicios, antes de acercarnos.


Y sí, es cierto… no buscamos nombres a pesar de todo.

De hecho, hasta de cierta forma los borramos.

Habrá quien nos critique, pero no saben lo que hacemos.

Somos lámparas pequeñas simplemente, caminando entre la niebla.


A veces es triste, no lo niego.

Y es que se gasta la luz como un jabón entre las manos.

De todas formas, me digo, al menos las manos quedan limpias.

Y solo entonces te deshojas

(si hay suerte te despides)

y te apagas.

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