domingo, 28 de abril de 2024

Preguntas al aire.


El sicólogo le dijo que lanzara preguntas al aire. Sin esperar respuestas, por supuesto. Que las dijera como enunciados, simplemente. Con ese tono, me refiero. Pienso que se lo dijo como un ejercicio para que ella aclarara cuáles eran sus propias preguntas, aunque ciertamente no lo sé. Ella le hizo caso, en todo caso, pero no le sirvió. O al menos sintió que no le servía. Cuando me lo contó yo le dije que mejor le realizara al mundo ejercicios de verdadero o falso. Enunciados más cortos, cuyas respuestas – de haberlas-, no necesitasen mayor interpretación. Se lo dije sin mucha convicción, principalmente porque sentí que me lo contaba como pidiendo algún consejo o tipo de ayuda. Tiempo después volvimos a encontrarnos y me dijo que lo hizo. Que incluso ordenó esas afirmaciones y las publicó como un pequeño libro. Tenía ilustraciones hechas por un conocido de ambos que a mí no me caía muy bien. Nunca vi el libro directamente, pero me mostró unas fotos del contenido y con el tiempo he visto su portada en alguna tienda. Creo que incluso me nombró en los agradecimientos o en la dedicatoria, no recuerdo muy bien. El mundo, por otro lado, le respondió si eran verdaderas o falsos cada uno de sus enunciados. No sé cómo, pero ella dice que así ocurrió. Todos eran falsos.

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