viernes, 26 de abril de 2024

J. y su piñata.


I.

J. no quiso romper su piñata.

Era tan bonita que se negó a dañarla en lo más mínimo.

Primero le entregaron un palo, para que la partiera, pero luego le dijeron que tirara solo de un cordel, para que se abriera solo su base.

-Eso también es romperla -dijo J.

Intentaron convencerlo de lo contrario, pero lo cierto es que J. no estaba equivocado.

Finalmente, no la rompieron y los niños se olvidaron tras participar de otros juegos.

Antes de irse, a cada niño les entregaron otra bolsa con dulces, para compensar lo de la piñata.

J. también recibió una, por supuesto, aunque notó molestos a sus padres, cuando la recibió.


II.

Esa noche J. quiso dormir con la piñata.

La acomodó sobre su cama, a un costado, y se acostó en una orilla, para no botarla.

Luego fueron sus padres a despedirse.

-Igualmente va a terminar rompiéndose -le dijo su madre.

-¿No piensas que fue algo egoísta de tu parte? -le preguntó su padre, aunque con un tono amable.

J. no respondió.

Dio las buenas noches, simplemente, y apagó la luz de su lámpara.

Ya a oscuras, empuñó una de sus manos y lanzó un golpe, incrustando su puño en la piñata.

Lloró mientras lo hacía, por cierto, pero muy bajito, para que sus padres no lo oyeran.

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