lunes, 22 de abril de 2024

No dar con el hormiguero.


Seguí el rastro de hormigas y no di con el hormiguero.

Aquello me pareció un fraude.

Luego pensé que había sido yo quien lo había hecho mal, así que volví a intentarlo.

Varias veces lo hice, pero nunca lo encontré.

Así pasó el tiempo.

Entonces busqué en internet, aprendí algunas cosas y seguí a otras hormigas.

Lamentablemente, el resultado fue el mismo.

Lo único que descubrí -o que comprobé, en realidad-, fue que las hormigas nunca se detenían y que permanecían en ruta siempre, yendo de un lugar a otro.

De todas formas, me resultaba lógico que quisieran esconder su hormiguero.

Me refiero a que eso es algo instintivo, después de todo.

Aun así, me cuestioné abiertamente el porqué de ese ocultamiento.

Muchas de mis posibles respuestas eran básicas, por supuesto, pero algunas no.

Por ejemplo, llegué a pensar que tal vez no tuviesen reina.

Y que, como no tenían, siguiesen todas esas extrañas rutas simplemente para despistar a los curiosos y ocultar un problema que podría traer consigo graves consecuencias.

Tal vez incluso habían matado a su propia reina.

O que esta había muerto y no había sucesora y seguían fingiendo que sí, para que su existencia no perdiese el sentido.

¿Cuál sentido?, me preguntó entonces una hormiga que me observaba, detenida, justo frente a mí.

Pensé en responderle, pero finalmente bajé un dedo y la aplasté, simplemente, contra la superficie.

Y es que si ella no lo sabía, pensé, ciertamente no se merecía otra respuesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales