jueves, 25 de abril de 2024

Dos.


Afuera veo a unos hombres que observan el horizonte.

Están quietos, de pie, uno junto al otro, de espaldas a mí.

Por sus posturas, puedo deducir que no están hablando entre ellos.

No puedo deducir, sin embargo, qué es lo que observan en el horizonte.

Ha comenzado el atardecer, por cierto, pero hoy no hay colores especiales en el cielo.

Nada llamativo, digamos, salvo el sol escondiéndose, como de costumbre.

Intrigado, me acerco hasta ellos en silencio, para entender la situación.

Cuando ya estoy cerca escucho la voz de uno, que parece hablarme directamente.

-No te acerques -me dice, cuando estoy a pocos pasos-. Estamos bien si no te acercas.

Su compañero no dice nada, pero me transmite de alguna forma que está de acuerdo con el primero.

Por lo mismo, me quedo ahí.

-¿Puedo preguntarles algo? -les digo entonces.

Dejo pasar un rato, pero no contestan, así que pregunto sin más.

-¿Qué es lo que están observando? -les digo.

Otro silencio.

Ninguno de ellos se muestra interesado en contestarme.

Me quedo ahí, por un momento más, el sol está terminando de desaparecer.

-Hoy tampoco, parece -escucho decir a uno.

-Es cierto -dice el otro-. Hoy tampoco.

Ambos parecen haber terminado de observar y se preparan para comenzar a andar, todavía de espaldas a mí.

Dan incluso unos primeros pasos.

-Esperen -les digo-. ¿No van a decirme que ocurrió?

Ellos se detienen.

-Ocurrió simplemente que no hubo flogisto -dice uno, sin voltearse-. Por eso no ardió.

Luego, sin explicar más, retoman su andar.

Yo, por mi parte, dejo pasar unos segundos y regreso por mi camino.

¿Qué mierda era el flogisto?, me digo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales