I.
Es así.
Un muro lleno de perchas.
Observa.
Sin vanidad, observa.
Luego acepta.
Obsérvate y acepta.
O eres muro o eres percha.
De igual forma, el mundo colgará de ti.
O parte del mundo, si eliges verlo de esa forma.
Sentirás su peso.
Su carga.
Comprenderás que lo quieras o no, lo llevas puesto.
Que es ineludible, quiero decir.
El mundo.
II.
Es así.
No sé si es verdad, pero es así.
Y es que lo sé desde mí, únicamente.
No es poco, pero no hay más.
En mí, al menos, no hay más.
Por eso, ponerlo en duda sería un equívoco.
Sería como colgarme yo mismo de la percha (o el muro) que soy.
Y la carga entonces sería doble.
Recuerdo por ejemplo al barón Munchaussen saltando en su caballo.
A punto de caer, en el aire, sobre un precipicio.
Desesperado porque la fuerza del caballo no alcanzó para llevarlo al otro extremo.
Lo recuerdo apretando con sus piernas al caballo y elevándose a sí mismo.
Con las manos en el pelo, me refiero, levantándose con fuerza.
A él y al caballo y no caer, de esa forma.
Y llegar al otro extremo.
III.
Es así, decía.
O eres muro o eres percha.
De igual forma, el mundo colgará de ti.
Lo llevarás puesto.
Nada más llevarás, sin embargo, salvo el mundo.
Es así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario