I.
Algo que ya ocurrió y que no supimos.
Eso es lo que ella, probablemente, está esperando.
Yo dejo que espere, sin embargo, y oculto mi impresión.
De hecho, a veces permanezco junto a ella,
y la dejo pensar que yo también
estoy esperando.
En mi fuero interno, no obstante,
pienso que lo que debiese llegar, ya llegó.
Y que toda espera, desde entonces,
es profundamente vana.
Una vez, por cierto, hablamos sobre esto.
O habló ella, más bien,
pues yo elegí ocultar mi perspectiva.
De igual forma todo esto ya ocurrió,
le dije aquella vez,
cuando cesaron sus palabras.
Y ella me miró sin comprender.
O no noté, tal vez, que comprendía.
II.
Algo que ocurrió y que no supimos.
O que supimos sin saber que era lo que esperábamos.
Suena confuso decirlo así, pero no es por eso que prefiero no decirlo.
Es más bien por respeto a ella, que elige seguir esperando.
Por eso es que doy vueltas sin decidirme.
Y mientras doy vueltas la observo, más o menos en silencio.
Ella sospecha –me parece-, que yo creo saber algo.
Te trabas, me dice.
Eres torpe al hablar cuando prefieres no decir aquello que piensas.
Es cierto, pienso entonces, pero no lo digo.
En cambio, la miro fingiendo que no alcanzo a comprender.
Lo que ocurre, dice ahora, es que no sabes lo que ocurre.
Yo asiento.
Ahora vas a despertar.
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