domingo, 15 de junio de 2025

Diferencias entre las cosas.


I.

Nunca he entendido bien las diferencias entre las cosas.

No hablo de cosas objetivamente similares, sino de cualquier cosa en general.

En un principio no era así, y estuve varios años intentando clasificarlas sin dar con la solución.

Entonces, cansado, me vi en la necesidad de tomar una opción.

La disyuntiva que me plantee fue la siguiente:

O me sigo esforzando por encontrar criterios de diferenciación o simplemente las agrupo todas bajo un mismo concepto.

Fue una decisión sencilla.

Y es que, desde entonces, las cosas son eso, simplemente.

Cosas, quiero decir.

Y mis esfuerzos, desde entonces, se han enfocado en la comprensión de otro tipo de fenómenos.

Yo mismo, por ejemplo.

O lo que buscas tú.


II.

A pesar de lo que he dicho anteriormente, debo reconocer que me apasionan las cosas.

Rodearme de ellas, por ejemplo.

Observarlas.

Saber que puede conservarlas, entregárselas a otros o vivir incluso encerrado entre ellas.

Esto no lo decidí, por cierto, pero diría que fue el único camino que se mostró a partir de la decisión de agruparlas todas en un solo conjunto.

Sin divisiones, sin intersecciones… todas las cosas simplemente juntas y en el mismo saco.

Tal vez por eso, cuando observo, distingo de inmediato a todo aquello que me rodea que no es, esencialmente, una cosa.

Tú y yo, por ejemplo.

Y la forma en que buscamos comprender.

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