Ahí están.
Kilómetros de cosas que hiciste y que no hiciste.
Kilómetros de acciones realizadas y no realizadas que ahora revelan su verdad.
Nos muestran su apariencia, digamos.
Descubren su indescriptible semejanza.
Puedes verla, sin duda.
Ahí está...
Puedes gritarlo, si quieres.
Puedo ayudarte a gritarlo, incluso, si me dejas.
¡No había diferencias entre esas cosas…!
¡Ninguna diferencia!
Ahora, respira hondo y has una pausa.
No te enojes.
Piénsalo así: al menos ya lo sabes.
Así es, aunque sorprenda.
Aunque duela, incluso, lo cierto es que así es.
Ahí están.
Así es y ahí están.
Ambos kilómetros de cosas son ahora indistintos.
Una y otra hilera de esas cosas hechas y no hechas
forman ahora los bordes de un mismo camino.
Qué ironía, ¿no crees?
Si hasta te ríes un poco cuando piensas que lo has llamado camino.
Y es que ahora comprendes que eres tú, a fin de cuentas, la referencia fija.
Todo lo demás son solo kilómetros y kilómetros de cosas.
Cosas indistintas.
Hechas y no hechas, como decía en un inicio.
Pero indistintas.
Arrojadas por ahí para confundir al indeciso.
Para que observes fuera de ti y te alejes de ti mismo, si es posible.
Para hacer que te confundas y des más importancia a las supuestas acciones
que a ti mismo.
Kilómetros de cosas hechas y no hechas, te decía.
Quédate en silencio y observa.
Ahí están.
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