martes, 28 de enero de 2025

Uno y otro (y uno)


“En la práctica del uso del lenguaje
una parte grita las palabras,
la otra actúa de acuerdo con ellas”.
L. W.

I.

Recuerdo algo que debo haber leído, como si lo estuviera viendo. O como si lo presenciase de alguna forma. Como si estuviese ahí, digamos, aunque no es eso. O no lo es exactamente, al menos.

Es esto:

Wittgenstein hablando sobre Agustín. Señalando que este último a dado con el modo y manera en que funciona el lenguaje. Sin embargo, advertirá Witt, a partir de las palabras de Agustín solo es posible construir la imagen de un lenguaje más primitivo que el nuestro. Un sistema de comunicación, probablemente, pero no un lenguaje en todos sus ámbitos.

Mientras habla, cada vez que Wittgenstein pronuncia la palabra “ostensivo” parece fruncir el ceño.

De hecho, da la impresión de que quiere evitarla, pero le es imposible avanzar sin hacerlo.

¡Pobre Wittgenstein!


II.

Esto que presencio y que acabo de describir -o que siento presenciar, más bien, antes de describirlo-, tiene también una contraparte: Agustín escuchando a Wittgenstein.

Y digo escuchando porque a pesar de que, por momentos, casi parece un diálogo, lo dicho por Agustín fue dicho ya hace mucho, y con objetivos muy lejanos a las intenciones “actuales” de Wittgenstein.

Por otro lado, así como Witt fruncía el ceño ante cierto concepto, Agustín da la sensación de alegrarse cada vez que se utiliza -o se alude de cierta forma a– algún pronombre reflexivo.

No una alegría desbordante, por cierto, pero si una más cercana a la paz, que con el tiempo ha sabido reconocer como la manifestación más plena de la alegría.

No está más cerca de la verdad que Witt, aclaro, pero se acerca a ella (al menos) a partir del camino más amable.

¡Afortunado Agustín!

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