jueves, 23 de enero de 2025

En una caja.


Porto en una caja, mis huesos.

En una caja de piel, los porto.

En la caja que soy, y que no se cierra, desde dentro.

Se ha vuelto más liviana, por cierto, con los años.

Se han caído de ellas muchas cosas, supongo.

De cualquier manera, yo no extraño aquellas cosas.

Me basta y me sobra con mis huesos.

Tengo menos que al principio, pero dicen que es así.

Que es normal, me refiero, lo que ocurre.

Y casi todo lo que ocurre, por cierto, ya ha ocurrido.

Queda apilarse, ahora, con cuidado.

Apenas queda eso.

Una caja entre otras cajas, simplemente.

Unas sobre otras y otras pilas más, a los costados.

Se ubican ellas mismas, no hay ya quien las porte.

Si se desfondan, quedan esparcidas por el piso.

Huesos entre huesos, indistinguibles ya.

Y cajas desfondadas.

Me distraigo observándolas, ahora que las describo.

Y recuerdo otros momentos en que esto, nos hubiese parecido absurdo.

Con un extraño sosiego recuerdo aquellos tiempos.

Cuando el mundo entero parecía estar disfrazado de semilla.

¡Cuánta ingenuidad nos permitimos…!

¡Y cuántas absurdas mudanzas!

Y es que ahora… apenas una caja.

Una caja con mis huesos, como decía en un inicio.

Nada más llevo conmigo.

La caja que soy y que habito.

Cada vez, más liviana.

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