martes, 27 de noviembre de 2018

Rey Lear.

Adopté un perro viejo y le puse de nombre Rey Lear. De vez en cuando ladra y hasta se mueve un poco, pero lo cierto es que pasa la mayor parte del día echado. Es grande y tiene el pelo largo, aunque ya algo canoso, por la edad. Intenté decirle Lear, a secas, pero me pareció que se confundía un poco. Por lo mismo, decidí seguir con el trato más solemne. De hecho, ahora hasta lo peino un poco, para que se sienta un poco más digno y no ande buscando tormentas ni se me venga abajo. Más que comer me parece que le gusta beber agua. Por lo general le lleno un gran pocillo, aunque parece disfrutar más cuando dejo correr el agua en la manguera y se la acerco al hocico. Lo hace con otro ritmo digamos, como si lo necesitase más. El otro día mientras lo peinaba me desconoció y me lanzó unos ladridos. No parece enfocar bien la vista y al parecer no le funciona muy bien el olfato. De todas formas no se lanzó a morder así que no fue peligroso. Debe haber sido un gran perro en otro tiempo, de esos que imponen respeto incluso sin ladrar. Hoy está viejo y no debiese quedarle mucho de vida. Estoy seguro que caerá un día, a sus anchas, bajo una tormenta. No parece tener miedo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales