martes, 24 de abril de 2018

Orden final.


I.

El orden final consiste en separar las cosas.

Las que necesito de las que no necesito.

Comencé la separación y lo que no necesitaba apenas cabían en mi hogar.

Lo que necesitaba, en cambio, cupo con holgura en mis bolsillos.


II.

Entonces saqué una de esas cosas necesarias, de mi bolsillo.

Era una caja pequeña, llena de cerillas.

Encendí una, pero no me decidí a arrojarla hacia mi casa.

Y es que lo que debía purificarse, finalmente, no estaba entre esas cosas.


III.

Pasaron unas horas y terminé vaciando mis bolsillos.

Luego dejé mis zapatos, mi chaqueta y hasta mis pantalones.

Llevé todo hasta la casa y pensé si estaba en lo correcto.

Tenía frío, sin embargo, y no podía pensar de buena forma.


IV.

Si lo piensas bien todo es innecesario, me dijo alguien a quien no quise mirar.

Y no está tan mal, lo innecesario.

La vida entera, después de todo, no es necesaria para nadie.

Y amar lo innecesario, en este sentido, es el único amor posible, si lo piensas.


V.

Poco después volví a entrar a casa.

Me di una ducha y preparé algo de comer.

Traté de no pensar nada en especial ni tampoco buscar conclusiones.

En cambio, como todo había sido revuelto, volví -sin apuro-, a ordenar la biblioteca.

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